viernes, 7 de septiembre de 2012

El mandamiento olvidado



      Cuando Moisés bajo del Sinaí, llevaba en sus manos las tablas de la ley con los diez mandamientos. Según se enseña en el actual catecismo de la Iglesia católica esos diez mandamientos son: 1º, amarás a Dios sobre todas las cosas; 2º, no pronunciarás el nombre de Dios en vano; 3º, santificarás las fiestas; 4º, honrarás a tu padre y a tu madre; 5º, no matarás; 6º, no cometerás actos impuros; 7º, no robarás; 8º, no dirás falsos testimonios ni mentirás; 9º, no consentirás pensamientos ni deseos impuros, y, 10º, no codiciarás los bienes ajenos. La historia de Moisés, dicen, fue hace muchos años; sin embargo, los diez mandamientos han figurado como trasfondo moral de nuestra cultura y la han impregnado hasta no hace mucho. Con el ocaso de la influencia religiosa los valores por ella representados han ido sucumbiendo, dando paso a otros nuevos o, simplemente, a la desaparición de algunos de aquellos. A pesar de eso, existe todo un mundo de 'creyentes' que haciendo caso omiso a la realidad y a la racionalidad, desean mantener e imponer, si es preciso, dichos valores aunque, eso sí, unos con más énfasis que otros, como demuestran las últimas decisiones del PP que son buena prueba de que el 6º y el 9º entran entre sus preferidos. Lo que sorprende de personas que continuamente evocan los valores cristianos para pontificar sobre el bien y el mal y, lo que es peor, para legislar de acuerdo con ello, es la poca importancia que han atribuido al 7º, al 10º y, sobre todo, al 8º que en mi opinión es el más importante. ¿Por qué afirmo que el 8º mandamiento, es decir, el que prohibe decir falsos testimonios y mentir, es el más importante? Pues, porque es el que garantiza todos lo demás. Si mentir está permitido, los nueve mandamientos restantes pueden haber sido un engaño divino, con las consecuencias que cualquiera puede deducir. Parece ser que Rajoy y sus correligionarios -nunca mejor dicho- no han reparado en que mentir no sólo es pecado desde el punto de vista de sus creencias -aunque ya sabemos que tiene fácil arreglo con una buena confesión- sino que anula el conjunto de esas mismas creencias. Claro que, bien pudiera ser que también nos engañen con respecto a las mismas y que, en el fondo, sean unos irreligiosos e incluso antirreligiosos. Chi lo sa?
Julen Goñi