domingo, 17 de julio de 2011

Rebekah y Rupert



Rebekah y Rupert eran uña y carne: ella era la uña y él la carne. Se pillaron el dedo que formaban con el martillo que ambos diseñaron para moldear la realidad según los gustos del mercado de la comunicación. Y, al igual que ocurre con la uña y el dedo reales, la zona se entumeció, tomó un color morado casi negro y, a los pocos días, se desprendió. El dedo sigue en su sitio a la espera de que crezca una nueva uña, porque la uña sí necesita del dedo para existir, pero no a la inversa. Tampoco la uña puede hacer nada sin que el dedo la dirija, aunque a la vista de cómo se informa de los acontecimientos vividos por ambos, se nos haga creer lo contrario.